Noticia por elnuevodia.com

El éxito de la ambiciosa restauración propuesta de la barrera de arrecifes de coral localizada en la costa de San Juan dependerá, según expertos, de que se atienda el histórico problema de calidad de agua en esa zona; un tema que no podrá costearse con la asignación federal de más de $38.6 millones a la que tendrá acceso el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).

“A mí me preocupa que el éxito de tal iniciativa pueda verse comprometido ante la negación de que tenemos un problema muy serio de calidad de agua en la zona metropolitana”, señaló el doctor Edwin Hernández, científico sénior de la Sociedad Ambiente Marino. “Podemos (cultivar) un millón de corales, pero la certeza del éxito de la operación va a depender de que tengamos un mecanismo más apropiado de manejar la calidad de agua”.

Según Hernández –certificado por la Sociedad para la Restauración Ecológica como ecólogo profesional en la restauración de arrecifes de coral–, si bien la iniciativa subvencionada por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) es necesaria, se asume un riesgo al no manejar la calidad de agua.

Por otro lado, mencionó como un reto particular de la costa metropolitana “el ambiente de muy alta energía de oleaje y corrientes”, lo que podría impactar las labores de restauración, que deben arrancar una vez se complete la primera fase de estudios y diseño.

“Estoy de acuerdo en que esta acción hay que hacerla o hay que hacerla”, planteó el biólogo marino. “Esto es un proyecto que, cuando veamos realmente los beneficios de la restauración de corales, va a ser probablemente en un par de décadas. Entonces, hay que iniciar en algún momento”.

Confiados en la apuesta

La doctora Nilda Jiménez, coordinadora del Programa de Especies Protegidas del DRNA, confirmó que la asignación no incluirá una partida para atender la calidad de agua en el área seleccionada, que abarca unas 3.10 millas (5 kilómetros) entre el Escambrón y Punta Las Marías.

“Se han ido desarrollando otros proyectos que van a atender la calidad de agua”, en agencias como la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), DRNA y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, explicó Jiménez. “(La iniciativa financiada por FEMA) no podía incluir un componente para mejorar la calidad de agua, porque tengo que confiar en que esos otros proyectos se están dando. El de nosotros es un programa que va dirigido a la mitigación de riesgo, no a calidad de agua”.

A pesar del impacto que pudieran tener las descargas ilegales de aguas usadas y escorrentías turbias y parcialmente contaminadas que desembocan en la zona metropolitana, Jiménez se mostró confiada en que las tareas de restauración de corales serán exitosas.

FEMA, por su parte, indicó por escrito que la subvención aprobada –de $3 millones para la etapa inicial– “constituye la primera fase para determinar la viabilidad de esta iniciativa”. La fase 1 incluye “actividades como diseño de ingeniería y planos preliminares, estudios de corrientes marinas y oleajes, análisis climáticos de olas y vientos, entre otros”.

A mí me preocupa mucho esa proyección utópica que está planteando (el DRNA), porque, en dos o tres años, ¿de dónde van a salir los corales para llenar los arrecifes? ”

EDWIN HERNÁNDEZ

“La obligación de fondos futuros adicionales por parte de FEMA para la fase 2 del proyecto de restauración de la barrera de coral en la costa de San Juan es contingente al cumplimiento por parte del DRNA de las condiciones fijadas para la aprobación de la subvención”, agregó la agencia federal.

“Hay que remediarlo”

Mientras, Ruperto Chaparro, director del Programa Sea Grant en Puerto Rico, opinó que la iniciativa “se ha tardado demasiado”, pues los corales han demostrado su efecto protector durante el impacto de eventos atmosféricos como el huracán María, en septiembre de 2017. Además, se unió a las preocupaciones de Hernández por la calidad de agua.

“Las aguas grises que se están vertiendo en toda esa zona (de la costa de San Juan), creo que hay que remediarlo a la misma vez que se trata de resolver el problema de restauración de corales, porque si no, no van a crecer, porque los va a matar la contaminación que está saliendo”, subrayó.

Uno de los efectos secundarios de la restauración de corales en la zona metropolitana, según el anuncio inicial, es hacer las playas en el área más seguras para bañistas, al amortiguar las corrientes marinas que suelen ocurrir allí. Chaparro argumentó –tal como lo ha hecho anteriormente– que la seguridad de los bañistas se podría lograr de una forma más sencilla: invirtiendo fondos en la contratación de salvavidas.

“En cuanto a los ahogamientos, creo que eso sería malgastar el dinero solamente en un área. Cuando se consigue el dinero para un puesto de salvavidas, puedes atender otras playas y no invertir tanto dinero solo para proteger a la gente que vaya a dos o tres playas en el área de San Juan y Carolina”, dijo.

De paso, urgió a que se considere la pericia de organizaciones no gubernamentales locales a la hora de entrar en la fase de cultivo de corales, que podría ascender a 30,000 en el primer año, “sujeto a revisión”, de acuerdo con un portavoz del DRNA.

En tanto, Paco López Mújica, presidente de Arrecifes Pro Ciudad, resaltó que la barrera de arrecifes de coral que esperan restaurar a 0.5 millas (0.8 kilómetros) de la costa de San Juan actúa como “una barrera natural para reducir la energía de las olas que llegan a la costa”, por lo tanto, es sumamente importante que estén saludables”.

A manera de ejemplo sobre el deteriorado estado del agua en la zona, mencionó que, como parte del programa interno de calidad de agua de la organización que dirige, la semana pasada identificaron en una salida pluvial en el área de Isla Verde 1,039 unidades de colonias de enterococos, “cuando el máximo permitido por la EPA (Agencia federal de Protección Ambiental) para que una playa sea apta para bañistas es 70″. Estos patógenos pueden ocasionar enfermedades en la piel, ojos, nariz, garganta y el sistema gastrointestinal.

“La calidad del agua es lo más importante en todo esto, porque, por más que tú siembres corales, por más que tú trates de echar pa’lante la restauración, si el agua está mala, nada va a funcionar, todo se va a echar a perder. Así que todo el esfuerzo que se pueda hacer para restaurar estos arrecifes, si el agua no está buena, no sirve”, puntualizó.

Añadió que la comunicación entre diferentes agencias del gobierno será crucial para que la iniciativa prospere. “Tiene que haber una coordinación entre los municipios, la AAA y Recursos Naturales, para que esto se haga bien y tenga éxito. De nada sirve meterle $38 millones a un proyecto que después se cae porque la calidad del agua no es buena”, acotó.

La primera fase de labores tomará un período estimado de un año, mientras que la segunda fase se podría extender por dos años. La doctora Jiménez sostuvo que, al momento, se encuentran en la “etapa administrativa”.

“Si pensáramos que vamos a hacer la inversión y va a ser un fracaso total, no se aprobaba (por FEMA). Estamos confiados en que el proyecto que se está sometiendo es uno sólido, que los corales que se van a estar sembrando y cultivando van a ser resistentes. (…) Estamos confiados en que sí, que el proyecto, según se está planteando, va a ser exitoso y va de la mano de otras iniciativas que van dirigidas a mejorar la calidad de agua”, sostuvo la funcionaria vía telefónica con El Nuevo Día.